“Cuando aún era guambra me trajeron a Quito”, dice con un poco de nostalgia al recordar su natal Riobamba, pero feliz de hoy vivir en la Capital. Él es Marcelo Cando, un “old school” ,como lo llamaríamos hoy en día, de aquellos pocos que saben perfectamente de aquella esencia chulla, porque pese a ser riobambeño, ya lleva más de 3 décadas en la carita de Dios y asegura sentirse “quiteñísimo”. Vino acá en compañía de los suyos y todos juntos, una familia de artistas, se inclinaron por sacar provecho a la Tagua. Sí mi veci, ese lindo regalo rústico que compra cuando va por ahí al mercado artesanal, ese mismo. Pues te cuento que ellos fueron los primeros en traer a Quito estas artesanías, o como tú les llamas, souvenirs, la que los gringos llevan para decir que estuvieron en nuestro país.
Nos cuenta que en su casa son 5, y que cada uno se especializaba en ciertos detalles, su padre los esculpía; Laura, la mayor, junto a Genaro, el más chico, se encargaban de pulir. “Ahí ya iban dando forma”. María Gracia hacía la parte técnica, le ponía los detalles como ganchos, hilos, etcétera, y no podía faltar Marcelo, él estaba para complacer a los clientes más exigentes, los enamorados. Don Marce era el hacedor de los detalles llenos de amor, como: llaveros de corazones, pulseras, anillos “todo lo que pidan las parejas de enamorados, en ese entonces los regalos eran llenos de experiencias, anillos con nombres, declaraciones en llaveros, eso sí era romance, no como los muchachos de hoy en día” esboza una ligera sonrisa y al final suspira.
Legaron a la capital en busca de mejores días, afirma que sin duda este lugar tan místico y cultural le ofreció el mejor recibimiento. Marcelo, junto a su familia, siguen siendo proveedores de estas preciosas artesanías a varias tiendas en Quito e incluso las venden en los bulevares de las playas de la costa de Ecuador. Asegura que de a poco llama menos la atención, lo que lo ha llevado a buscar ingresos por otras instancias, pero sin embargo le dan aún mucha prioridad a su negocio y no olvidan sus raíces e insisten en que estos detalles sigan siendo parte del quiteñismo y que, quienes visiten su local, se lleven una experiencia, llena de textura y color.
Si quieres visitarlo, su local aún sigue en el parque la Alameda, se trata del taller de Artesanías de Tagua “Marfil Vegetal” que queda en la Rodríguez Aguayo y Conarato Vasquez.
Narrado por Marcelo Cando (58)