Lo viví en carne propia, que divertido que era, yo era muchacho en ese entonces, soy de Calderón, pero estudiaba en el colegio Don Bosco de la Tola, y recuerdo tan bien la Central telefónica, porque era a donde podíamos comunicarnos para poder tener cercanía con familiares y amigos.
¿Cómo funcionaba? Verán, por ejemplo, si me olvidaba de llevar un deber a la escuela, llamábamos desde la rectoría de la escuela, se comunicaban con la central y de ahí iban personalmente a buscar a nuestra casa a mi mamá; ella se acercaba a la central, hablaba conmigo y pues ya sabía qué pasaba y me llevaban la tarea a la escuela… “luego de retarme por olvidarme pues la mega sarandeada” ya daban atención a mi pedido, así era. Más tarde ya incrementaron una bici, para que los compis no se cansen, y pues ya se ampliaba un poco más y podían acceder a más personas.
Los que atendían en la central eran un chiste, porque se sabían los chismes de todo el barrio; sabían si estaban de viaje, hasta de los cachos uno se enteraba por ellos, como dicen por ahí “pueblo chico, infierno grande”. Eran los de la central los que alimentaban de información a todos los vecis.
Salían a gritar desde afuera de la casa “doña Blanca, mueva que le llaman de la escuela del Marito” y salían volados a responder. Luego de par años ya era más directo, pero seguían haciéndolo por medio de la central: te comunicabas y ellos te pasaban a quien solicitabas. Ya por el año 1976, de a poco se fueron incrementando teléfonos directos.
Pero si se dan cuenta, antes estábamos más cercanos, hasta para chismear, pero lo hacíamos con estos mecanismos más personales, esta tecnología nos ha acercado de forma virtual, pero alejado mucho de forma personal. Ya hasta con mis guaguas que viven en la casa nos comunicamos de cuarto a cuarto por celular, antes a punta de grito estábamos en punto a la hora de comer, debemos dejar de lado las tecnologías y hacer actividades que nos unan más.
Este proyecto es muy chévere porque de alguna manera nos hace valorar este tipo de cosas, gracias por permitirnos acercarnos a nuestro niño del ayer.