Sonia Rosales, la pintora de sueños, es uno de los tantos personajes mágicos que podemos encontrar en el barrio de San Marcos, uno de los sectores más antiguos de Quito.
Al pasar por su casa una extraña energía invita a tocar su timbre y entrar. Sonia recibe a sus visitantes con una dulce sonrisa que de inmediato transporta a otra dimensión.
La casa es una galería, taller y museo, donde exhibe sus obras entremezcladas con las memorias de quienes fueron sus dueños de antaño, los esposos Sierra. Los muebles y objetos personales de la pareja se conservan intactos, y cada uno tiene una historia que Sonia nos relata con profundo respeto y admiración.
Al recorrer la casa descubrimos la obra pictórica de Sonia que gira alrededor del universo femenino, mujeres desnudas de su imaginación o con modelo. Simbolismo, surrealismo, trabaja con sus sueños, cuando ella tiene un sueño importante se levanta y lo escribe y al siguiente día lo interpreta con imágenes. Aplica en sus obras la técnica de meditación que aprendió en China donde continuó con sus estudios por 7 años. Plasma también sus mágicas experiencias paranormales, dando vida a la memoria de los muertos que habitaron allí hace más de un siglo.
Sonia posee un encanto especial, es como un libro de muchos saberes, de cuentos y relatos de San Marcos y sus familias, es cálida como su casa y guarda sinnúmero de anécdotas, cuando conoció el barrio se enamoró de inmediato de sus casas, iglesia, plaza, de sus vecinos, de la comunidad.
A lo largo de los años Sonia, junto a los vecinos, conformaron el Colectivo Cultural San Marcos, un tejido social que les permite sobrevivir por encima de la modernidad, el ruido de la ciudad y el turismo invasivo.