San Roque es uno de los barrios más tradicionales de Quito y en este espacio encontramos las famosas “Colaciones de la Cruz Verde”, reconocidos por mantener una de las costumbres más dulces de la capital.
Soy Marcelo Báez vecino de don Luis Banda, quien me contó que aprendió este oficio de su padre, pero fue su abuela quien lo inició en 1915 en esa misma paila. Él es el heredero de tres generaciones de esta gran hueca que hasta hoy hace que se nos haga agua la boca. Son ya 100 años, donde para turistas locales y extranjeros es llamativo ver en la Bolívar, a un personaje agitando una gran paila de bronce.
Las colaciones de la Cruz Verde son una deliciosa chuchería, elaborada artesanalmente, que se compone de maní, azúcar, agua y limón. Existen variedades con anís, nuez y almendras. Ahí se pueden degustar también mistelas, alfajores, turrones, entre otros dulces quiteños.
Quito se caracteriza por tener esta gama de confitería y Don Luis busca que esa tradición permanezca, haciendo que su producto típico quiteño, mantenga su calidad y siga siendo muy solicitado por chicos y grandes.
Pese a que las ventas han disminuido, él sigue trabajando duro por su negocio; mi familia y yo continuamos siendo sus clientes. Recuerdo que cuando yo era niño pasaba por aquí siempre, mi papá nos daba estos “cartuchos” de colaciones, así los llamábamos. Imaginen que de esto ya han pasado 50 años. Los principales consumidores son aquellos adultos que hoy con nostalgia buscan traer un recuerdo como aquel de cuando eran niños. Esto me hace extrañar a los amigos del barrio, a las fiestas con las ollas encantadas llenas de colaciones. ¡Puff! Cuántos grandes momentos.
En un momento me contaba Don Luis que los migrantes, que ya hace años partieron a otros países, le decían a los familiares que regresaban, “por favor vayan a la esquina de la cruz verde y miren si aún hacen las colaciones y traigan unitas por favor”, eso a él le hace aún sostener este negocio en pie. Las ganas de que esta bella tradición se mantenga y siga endulzando a niños, jóvenes y adultos en Quito, Ecuador y el mundo.
Narrado por Marcelo Baez (58 años) desde el Centro del mundo, la bella carita de Dios.