Hoy les invito a leer la historia de Gerardo Rumipamba, en la que nos relata cómo cada familia guarda su tradición y dentro de ella su particular modo de vivir una fiesta religiosa. Él, Gerardo, nacido en el popular barrio de Calderón, nos cuenta instante a instante esta experiencia que sigue siendo un recuerdo memorable de su infancia.
Las colaciones y la chamiza se destacan dentro de un alejado recuerdo que busca quedarse impregnado aún hoy en la memoria de Gerardo. Las fiestas santas de su barrio eran la excusa perfecta para reunir y con un sinnúmero de actividades dar inicio a este gran evento, eran los juegos populares los protagonistas y su participación dentro de ellos los que animaban esta celebración.
La fe que ponían los priostes en esta festividad era el picante de esta tradición, las procesiones, sacar la imagen cargada en los hombros y caminar varias cuadras alrededor de la iglesia, esto como parte de un ritual en el que depositaban aquellos pedidos milagrosos, procurando sean acogidos por el santo al cual le rendían homenaje ese día.
En las vísperas un día antes de la ceremonia religiosa se reunían “nos ponían como a 10 metros y nos lanzaban las colaciones, entonces los muchachos que éramos nosotros, saltábamos a coger los caramelos, era una cosa hermosísima, un recuerdo bello, bello” con amplia sonrisa que termina en un suspiro, don Gerardo nos cuenta que esto solo era parte del inicio que se acompañaba con castillo y una particular fiesta de la comunidad. Se concentraban para elaborar la tan famosa Chamiza, que era una gran fogata con el particular aroma del eucalipto y las ramas de chilca que bajaban desde la montaña días antes para convertirse en el combustible para que esta fogata de el calor necesario en las frías noches capitalinas. Tan pronto esta era elaborada, todos se unían alrededor de la Chamisa, “bailábamos, reíamos, contábamos historias de nuestros abuelos y acompañábamos este momento con la tan apetecida chicha popular”, dos horas de fiesta que se vivían desde las vísperas y todos eran parte de ellas, “Eso era lo especial, que todos juntos vivíamos desde la preparación, hasta la misma en la que moríamos por el chuchaqui jajaja” entre risas y nostalgia cierra su historia “me hizo regresar en el tiempo, que bonito señorita”
Relatado por Gerardo Rumipamba Desde Calderón