En la calle Vista Hermosa que se une con la Libertad, ahí vivían como unos 6 poncheros que eran fundadores de la Asociación “La Magolita”. Cuando Guadalupe era niña los recuerdos que vuelven a su cabeza, son los de los señores que hacían el ponche, este delicioso manjar que hasta hoy sigue siendo una de las bebidas tradicionales más apetecidas de la Capital, “vestidos siempre de blanco, de buen humor y un poco chumados” lo último porque, en medio de la preparación del ponche, usaban la malta negra, “era bien fuerte y por eso andaban toqueteados casi siempre” cuando se los encontraban les sabían contar cómo lo hacen, desde su preparación hasta los secretos que cada uno le ponía al ponche.
“Ellos desde muy temprano en la mañana se subían desde el centro cargados con su cilindro hasta la parte alta de la Libertad”, cuadras y más cuadras que debían caminar y para hacerlo más entretenido se quedaban conversando a su paso, con cada uno de los vecinos, vecinos que escuchaban casi las mismas historias todos los días; pero tan buenas eran, que igual los recibían, compraban y así creaban nuevos acontecimientos que solo aquellas calles guardaban. “Lo lindo era verlos siempre impecables con su traje blanco, los relacionábamos con los peluqueros, así que cada que pasaba alguien vestido de forma similar: o era el ponchero, el peluquero o un fantasma”, se ríe a carcajadas.
Guadalupe recuerda con mucho cariño a los Poncheros, asegura que el hecho de seguir viéndolos en las calles capitalinas le hace volver a su infancia, “han pasado ya cerca de 35 años y siguen igual: de blanco, con una gran sonrisa y bueno hoy por hoy no tan chumados” lo dice entre risas y suspiros Guadalupe, concluyendo así su historia.
Historia relatada por Guadalupe Ponchi, desde el barrio La Libertad ubicado en el centro al occidente de Quito.
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